domingo, febrero 17, 2008

El saco de Roma






Las tropas de Carlos I de España, mandadas por el Condestable de Borbón en cantidad de 45.000 hombres entraron en Roma el 6 de mayo de 1.527. Lo que allí ocurrió, se conoce desde entonces como el saco de Roma.

De los cincuenta y cinco mil habitantes que Roma contaba, sólo quedó poco más de la mitad. El resto logró escapar o fue asesinado. El total de las pérdidas materiales sufridas alcanzó la cifra de diez millones de ducados. Los palacios de los grandes fueron saqueados. Los que ofrecieron resistencia fueron borrados con minas o flanqueados a cañonazos. Algunos se salvaron del saqueo pagando fortísimo su rescate. Pero los palacios respetados por los alemanes fueron saqueados por los españoles, y viceversa. La iglesia nacional de los españoles (Santiago, en la plaza Navona) y la de los alemanes (Santa María del Ánima) fueron saqueadas. Se violaron las tumbas en busca de joyas. La de Julio II fue profanada. Las cabezas de los apóstoles San Andrés y San Juan, la lanza Santa, el sudario de la Verónica, la Cruz de Cristo, la multitud de reliquias que custodiaban las iglesias de Roma..., todo desapareció. Los eclesiásticos fueron sometidos a las más ultrajantes mascaradas. El cardenal Gaetano, vestido de mozo de cuerda, fue empujado por la ciudad a puntapiés y bofetadas. Las religiosas corrieron la misma suerte de muchísimas otras mujeres, e incluso niñas de diez años, en manos de la soldadesca lasciva. Muchos sacerdotes, vestidos con ropas de mujer, fueron pasados y golpeados por toda la ciudad, mientras los soldados, vestidos con los ornamentos litúrgicos, jugaban a los dados sobre los altares o se emborrachaban en unión de las prostitutas de la ciudad.

481 años después, Macarena y Ricardo entraron en Roma, y saquearon sus mercadillos y restaurantes. Tal como hicieron las tropas españolas en el siglo XVI, antes pasaron por Florencia, pero la respetaron. Y como acto de desagravio por los terribles sucesos perpetrados por sus compatriotas años ha, peregrinaron a la Basílica de San Pedro, tocaron sus pies, y rezaron juntos en Santa María Novella, Santa Práxedes, San Ignacio de Loyola, y otras tantas Iglesias de Roma y Florencia.

Dicen que no es suficiente una vida para conocer Roma. Nosotros estuvimos tres días y nos sobró uno. Viva el Sevilla. Ah, y auguri per il momo...

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