-Habla, Druida, el Tribuno de las legiones de Britania te escucha -dijo un pretoriano de la XX Legión. Cneo Julio Agrícola era un general atípico. Junto a sus mapas y planos se encuentran siempre libros de filosofía. Es general y tribuno por influencia de su padre, Senador, pero sobre todo de su madre, quién fue la que procuró siempre una educación más allá de la militar. Sus rasgos son finos, comparados con los britanos. Nació a orillas de mare nostrum en la costa sur de la Galia, cerca de Hispania. Ha sido cuestor, tribuno de la plebe y pretor, y ahora es el legado del gobernador de Britania. Su rostro es serio. Ha visto morir a muchos. Sueña con irse de estas tierras frías e inhóspitas y gobernar la tierra donde nació, la Galia Aquitana.
-Pax Romana, gobernador al que los tuyos llaman Tribuno –dijo el druida. - Pax Romana. Hace años tu César llamado Julio, desembarcó aquí, trajo tratados y riqueza, y nos unimos a lo que llamáis vuestro imperio. Hoy, tu emperador Claudio, con su sanguinario General Aulo Platio, ha masacrado a nuestra gente, solo porque manteníamos relaciones comerciales con los Belgas, logrando lo que llamáis la pax romana. Incluso ha llamado a su hijo “Británico”, para que recordemos siempre bajo qué yugo estamos. Habéis matado a nuestros hijos, quemado nuestras casas y sembrado de sal nuestros campos. Solo nos quedan nuestras oraciones, y ese es el motivo de mi presencia aquí, romano.
-Sabes que desde que las hojas de los árboles caen en otoño, los druidas de esta nación, durante la noche del 31 de octubre, recogemos las bayas de muérdago de los troncos de encinas y robles, con una hoz de oro, único metal puro. Una vez subidos al tronco, cortamos baya por baya el muérdago, mientras recitamos nuestras oraciones. Acto seguido depositamos esas bayas en un calderito o las tiramos a un manto blanco que sostiene otro druida en el suelo. El historiador de tu César, Plinio, dio cuenta de ello. Después, esas bayas tan especiales tienen indudables poderes curativos para el poblado. No hacemos daño a nadie con nuestros ritos.
-Lo hacemos el 31 de octubre porque es la noche en que el velo que separa los espíritus de los muertos y los vivos es más delgado. Hay que aplacarlos o "hacerles un regalo", pues de otro modo nos harían diabluras a los vivos. En las cimas de las colinas encendemos grandes hogueras para ahuyentar a los espíritus malos y aplacar a las potestades sobrenaturales que rigen los procesos de la naturaleza.
-Esa noche, romano, una "puerta" se abre, y la dimensión de los vivos queda en comunicación con la dimensión del mundo de los muertos, al menos por unas horas. Durante este periodo no se puede salir de la comunidad, pues en esta noche, la comunidad no se pone en contacto con otras comunidades sino que se pone en contacto con sus propios antepasados. Durante esas horas, se puede tocar, palpar e incluso se puede traspasar al mundo de los muertos. Por eso en todo el pueblo hay hogueras. No se encienden con la intención de espantar a los malos espíritus ni nada de eso, sino que se encienden para poder guiar a los muertos en la oscuridad de la noche, para que encuentren a sus parientes y hogares, y se puedan calentar con el calor del fuego del hogar.
-A los Dioses a los que rezamos para que protejan a los pocos hijos que han sobrevivido a las campañas de la XX Legión, la Valeria Victrix, a esos Dioses y a los Dioses a los que tú rezas, romano, les pedimos que nos permitáis honrar nuestras tradiciones, a nuestros caídos, a nuestros antepasados. Como lo venimos haciendo desde cientos de años.
Cneo Julio Agrícola calló mientras estudiaba con la mirada al druida. Sabía que no trataba de engañarle. Sus ojos mostraban una mirada limpia. Reconocía a la vez una inteligencia absoluta en aquel hombre viejo y de palabras profundas. Finalmente alzó la voz para que le escuchasen todos los allí presentes y dijo:
-Te he escuchado druida. Nuestro pueblo también honra a los Dioses que nos dan la cosecha al final del verano. En los últimos días de octubre y los primeros de noviembre, celebramos las fiestas de la Pomona, dedicada a la diosa de los árboles frutales, que tanto escasean por aquí. Mantendréis vuestros cultos a los muertos, druida, pero como sois parte el imperio, uniréis a vuestra celebración frutas, para así festejar las fiestas de la Pomona. Es la decisión de Roma, druida. Puedes irte.
Y así fue como los celtas, hace más de 2.500 años, unieron frutas y calabazas a sus oraciones por sus antepasados, en la víspera del día de santos, que en ingles se dice All Hallow's Eve y que con el paso del tiempo dio lugar a la fiesta de Halloween. Nada tiene que ver, como dice Muñoz, la obra de Zorrilla “Don Juan Tenorio”, inspirada en el personaje sevillano Miguel de Mañara, ni las castañas asadas, ni periquillo el de los palotes.
