sábado, octubre 09, 2010

A Nico se le va la olla y se mete a novelista

Ya que el relato de "El primero y definitivo en cumbres" no resultó ganador del III premio de relato corto para jóvenes, Nico Domínguez se ha venido arriba, se ha entusiasmado y ha escrito otro que os dejo a continuación. Si "El primero y definitivo en cumbres" pecada de un poco de sosería, era algo maricona y sentimental, este nuevo que os presento en primicia es todo lo contrario, es rotundo, brutal, directo, es una metáfora de la vida. Sigue siendo un relato corto, con un máximo de 9 folios a doble espacio a letra 12, y ya me diréis qué os parece. En todo caso, si un editor desea contratar sus servicios, tiene que dirigirse a su representante, o sea, a mí.

Ahí va eso.


SE MIRABAN ENTRE ELLOS Y SE SONREIAN.

Sevilla, martes 9 de febrero. 10:20 h.

Me llamo Venancio Pii del Poo-Calabuig. Pii de primer apellido. Del Poo-Calbuig de segundo. En realidad el “del” me lo he inventado yo, ya que si no sonaría Pii Poo, y la gente me llamaría PIPO, que es como me han llamado durante años. Me revienta que me llamen PIPO.
- ¡PIPO, POPI!- Me dice uno de los compañeros del trabajo. Se creerá que tiene gracia. Soy empleado de una compañía de seguros, grabo datos de pólizas en el ordenador, y estoy mosqueado con el resto del mundo. Absolutamente con todo el mundo, no hay nadie que se quede fuera. Se están acercando un grupo de agentes de seguros a mi mesa. Ahí vienen, todos riéndose, gesticulando. Seguro que se están riendo de mí. Parece como si pudiera leerles los labios. Están diciendo, calla, calla que se va a enterar el PIPO. Y el otro como que dice ah, que va, este no se entera de nada.
- PIIIIIPO, POOOOOPI, mira que te traigo, mira lo que tengo para tí, mira que cantidad de pólizas, anda para que te entretengas, para que juegues con el teclado y me grabes todo esto. Anda deprisita, que lo quiero para esta tarde. Anda PIPO.
- PIIIIIPO- dice el muy mequetrefe, y los demás se ríen.
- Me voy a desayunar, no se si los tendré para esta tarde- le digo. Pero en realidad no los voy a tener para esta tarde. Seguro que no. Por mis cojones que no los voy a tener grabados.
Me voy a desayunar al bar que hace esquina con el edificio de la oficina, llamado “El remonte del barrilete”. Voy solo. Los otros compañeros salen unos a las 9 de la mañana, muy temprano para mí, y otros a las 11:30, que ya es muy tarde. Y todos fuman y llenan el ambiente de un insoportable olor a tabaco.
- ¿Café?- me dice el camarero de camisa blanca semi abierta, que deja ver una cadena dorada de la que cuelga un escudo del Betis. El camarero se da más importancia que el ministro de Economía. Es de esos tipos que se creen graciosos, que te cuentan un chiste sin que tu se lo pidas y lo cuentan en voz alta para que se entere el tipo que está en la otra punta del bar.
- No, te hecho en la leche, por favor- le digo.
- ¿Tostadita?- me vuelve a preguntar.
- Entera de aceite y york.
- ¿Entera de aceite y york?
Me quedo mirando al gracioso del camarero. No sé por qué hay gente que pregunta algo que ha oído perfectamente. Qué es lo que no habrá comprendido, el aceite o el york. Debería preguntarle si además de tonto es sordo. Al final me quedo callado y miro hacia otro lado. El mamarracho pone un plato en la barra y coge dos lonchas de york y una aceitera. Podía haber cogido el york con unas pinzas el muy cerdo, pero lo ha hecho con las manos, separando las lonchas con unas largas uñas que terminaban en negritud. Las cucharas están todas dentro de un vaso, con el mango hacia abajo. Las ponen así para que quepan más en el vaso. Pero así el camarero, cuando las coge, le pone los dátiles a la parte de la cuchara que tu te mentes en la boca. Debería matar a este tipo inmediatamente.
- Te hecho en la leche para el caballero- grita el simpático. Pruebo el té y me ha puesto un te verde. Te verde con leche. Será desgraciado. Y además está frío. El te hay que hacerlo en agua o leche hirviendo, porque si no no suelta su propiedades.
- Esto está frío, y además es te verde- le digo al papafrita del camarero.
- Vaya por Dios, pues no tenemos otro te. ¿Se lo caliento?
- Claro que me lo calientas, no ves que te estoy diciendo que está frío.
Termino de tomar el repugnante desayuno y vuelvo al trabajo a seguir grabado datos. Todos iguales. Nombre, apellidos, dirección, nº de póliza, riesgo, valor asegurado, etc... Todos los días ocho horas haciendo lo mismo, y escuchando PIIIIIIPO, POOOOOPI. No sé cuanto podré aguantar.
Al entrar me encuentro con el director general, D. Anastasio de la Mora y Corrientes.
- Buenos días señor- le digo.
- Hola, tu eres, ah si tu eres, ya me acuerdo, no me lo digas, tu estuviste antes a las órdenes de, ¿verdad?
Está claro que no tienen ni idea de quien soy.
- Venancio señor, del departamento de...
- Ah, Venancio, hijo, Venancio, sí claro, tienes que hacer un esfuerzo. Esta compañía no puede subsistir con gente que no está implicada al máximo en la compañía. Productividad, Venancio, y apostar por la calidad. No hay otro camino, se que estás poniendo de tu parte, pero hay que volcarse en vida, hogar y vida, Venancio, tienes que seguir creciendo.
El Director General me está confundiendo, debería decirle que soy el grabador de pólizas, y que cada mes grabo más que el anterior. Me callo y le digo que el mes que viene será mejor, sin duda.
Vuelvo a mi sitio a seguir con la rutina. Los agentes siguen riéndose. ¿No deberían estar en la calle vendiendo seguros? ¿Qué hacen aquí todos riéndose? No puedo no sentarme porque tengo un incordio anal de la gran puta. Me meto corriendo en el baño y cago hasta el apellido. Uff, que a gusto me he quedado. Vuelvo al sitio y no llevo ni dos minutos sentado y vuelven los retortijones. Esto no puede ser. Seguro que ha sido el guarro del camarero del bar donde desayuno, que es más guarro que una uña. Otra vez camino del servicio, y por el pasillo me encuentro al otro director, al de la sucursal, D. Felipe McArthur Espinetta.
- Venancio, hijo, como estás vos? Venancio, mira, con todo el respeto, pero tienes que estar en tu sitio. N podemos estar deambulando de un sitio para otro, con todo lo que hay que hacer.
- Don Felipe, que voy al servicio.
- Sí ya, ahora al servicio, ahora a esto luego a lo otro, qué se yo, chau, chau, pero hay que estar laburando cada uno en su sitio.
Miro al Director con cara de asombro, y le digo de manera aún más clara: - D. Felipe, que me estoy cagando.
-Venancio, hijo, al trabajo hay que venir, duchado, desayunado y cagado. Ale. Al laburo. Granaaaada, tierra soñada por mí.
Se va el engominado Director escaleras abajo cantando zarzuela. Debería matarlo también, junto a los agentes de seguro y al camarero del bar. Son las 11:45 de la mañana. Llevo dos días din dormir y ya he cagado cuatro veces, las tres últimas con diarrea.

Sevilla. 18:00 h.
La sucursal se ha quedado sola. Únicamente estoy yo grabando pólizas. De vez en cuando aparece el guarda de seguridad en su ronda de vigilancia. Nombre del asegurado: Escolástico. Apellidos: Rabufetti Fuerteventura. Nº de póliza..... Estoy metiendo esos datos cuando de repente escucho otra vez las risas de los agentes.
Ja,ja,ja,ja,ja, PIIIIPOOOOO. No puede ser estoy solo. Me levanto y miro por el ventanal desde el que se aprecia la planta de abajo de la agencia. No hay nadie.
PIIIIPOOOO. Se están riendo. Se están riendo de mí. PIIIIPOOOO con sus cagaleras- dicen.
- Se están riendo de tí, tienes que matarlos, escucho una voz.
- ¿Quién eres? ¿Dónde estás?
- Soy tu. Venancio. El Venancio al que no te dejan oír esos que se ríen de tí. Debes matarlos a todos porque se ríen y se mofan de tí. Dales un escarmiento. No dejes que nadie más se ría.
- Cállate- digo. Apago el ordenador sin cerrar sesión y salgo corriendo de la oficina. Tengo que descansar. No puedo estar otro día más sin dormir. Seguramente no habré escuchado nada. Será mi imaginación. Será producto del cansancio. No quiero volver a pensar en ello.

Mairena del Aljarafe (Sevilla), 19:15 h.
He tardado una hora y cuarto desde la oficina hasta mi casa. ¿No estaba el Aljarafe a cinco minutos de Sevilla? Además me he encontrado un papelito de denuncia de la empresa de la zona azul por aparcar sin el resguardo. ¿Pero si no hay sitio para aparcar en Sevilla, por qué encima hay que pagar por encontrar los pocos sitios que hay? Los que te denuncian por la zona azul van disfrazados de policía. Y llega un momento en que se van a creer autoridad. No pienso pagar nada.
El cansancio me puede. Me dejo caer en el sofá y el sueño me puede. Por fin, parece que voy a quedarme dormido. Es lo que necesito. Se me cierran los ojos, la respiración se hace más lenta, y cuando parece que voy a caer en brazos de morfeo...
RIIIINGGGG, RIIIINGGGG. La puerta. Por Dios quién será.
Abro y me encuentro a un jiposo en la puerta. Sin decir buenas tardes, ni presentarse ni nada, me suelta: - ¿Por qué no colaboras con nosotros que estamos en contra del capitalismo?- me dice mientras jalea una hucha que tiene en sus manos.
- Me has despertado- le digo. -Llevo dos días sin dormir y cuando lo iba a hacer me has despertado.
- Vale, pues eso, pero te digo que por qué no colaboras con ...
- ¿Y por qué no te vas a la puta que te parió?- le interrumpo yo.
- Ah, fascista, capitalista, insolidario, viva la República, seguro que te gustan los toros, cabronazo, inmovilista- me dice a gritos el melenudo lleno de piercings mientras se va escaleras abajo.
Bueno, si lo vuelvo a intentar, me quedaré dormido. Seguro. Vamos allá. Voy a cerrar los ojos, y me doy cuenta que el móvil está vibrando. Número oculto. Lo cojo y es una sudamericana que me pregunta si tengo línea de internet.
- Sí tengo.
-Y con quién.
- Y a usted qué le importa señorita.
- Es para ofrecerle una oferta.
-No la quiero señorita, estoy contento con la que tengo.
-Pero lo que yo le ofrezco es más barata seguro.
-Ya lo sé, pero lo que quiero ahora es dormir, y ud no me deja, señorita.
-Pero mire ud que si me dice la compañía con la que tiene contratada...
-Que no señorita, que no se lo digo, que no me interesa.
-Señor, la oferta que quiero hacerle consisten en ...
- Vaya ud. al carajo señorita. Y no me vuelva a llamar.
Me van a reventar los empastes de la fuerza con la que estoy apretando la mandíbula y de repente vuelvo a escuchar la voz.
-Lo ves, se están riendo de ti. Tienes que hacer algo. Esto no puede quedar así. Coge la escopeta, límpiala y llénala de cartuchos pro lo que pudiera pasar.
Creo que es lo mejor que puedo hacer. A ver si así se calla la voz. Efectivamente desde que obedezco a la voz, deja de hablarme.

Mairena del Aljarafe. 23:00 h.
He limpiado mi escopeta automática del calibre 12. Tengo 6 cartuchos dentro y una canana con otros 20 cartuchos preparada. He cenado algo y me voy a meter en la cama. Solo pido dormir un poco, aunque sean tres horas. Pero algo con lo que poder descansar y tener mi cerebro en mínimas condiciones. Cuando estoy en la cama y apago la luz, vuelvo a escucharle.
- Ya se está riendo de ti. Si prestas atención los escucharás, porque no paran de reírse. No saben hacer otra cosa. Te llaman PIPO, no Venancio. Debes matarlos a todos. No debes dejar a ninguno con vida, para que no vuelvan a reírse de ti. A ver cómo se ríen cuando tengan un cartucho de postas entre pecho y espalda. No te queda otra opción. Son ellos los que te han obligado a ello. Tú no querías, pero no ta ha quedado otra opción. Si no lo haces, ya no podrás mirar a nadie a la cara. Y a ti no te pasará nada. Es en legítima defensa. Ellos se ríen y tu los matas. Estáis en paz.
No puede ser, pienso. No puede ser verdad lo que estoy escuchando. Me giro a ver la hora en el despertador, y son las 6:00 de la mañana. Es como una pesadilla. He estado toda la noche sin dormir escuchando la voz que me ordena matar a los que se rían de mí. Y no se callará si no hago lo que me dice. Cállate por favor, por favor. Pero esa voz sigue estando ahí dentro, diciéndome que tengo que matarlos.
Me ducho deprisa porque para estar en Sevilla a las 8:00 tengo que salir a las 6:30 del Aljarafe. El agua me despeja un poco, pero parece que la cabeza me va a estallar. Me visto, cojo las llaves del coche y me dispongo a salir, cuando ella me dice -¿no se te olvida algo?
-No, callate.
- Obedéceme, es por tu bien, hazme caso. Tienes que llevarte la escopeta. Luego veremos si la utilizamos o no. Pero llévatela inmediatamente. Hazlo o no me callaré nunca más.
Cojo la escopeta, la meto en su funda y la meto en el coche. Por fin se calla.

Sevilla, miércoles 9 de febrero. 9:30 h.
Estoy grabando pólizas y no quiero levantar la cabeza del monitor porque ya estoy empezando a escuchar risas. No quiero que la voz vuelva a hablarme. Me digo para mí mismo que los agentes de seguros se ríen de sus cosas. Cuentan chistes, se meten con el Betis, o vaya usted a saber. No quiero ni pensar en que la voz vuelva a hablarme. Pero las risas son cada vez más escandalosas. Ya puedo distinguir perfectamente frases como PIIIIPOOOO, jajajajaja, POOOOOPIIIIIII, jajajajaja, maldito grabador de pólizas, siempre sentado en esa mesas in poder moverse, y nosotros en la calle haciendo lo que queremos, jajajajajajajaja.
- Los estás escuchando- me dice la voz.
-Sí, se rién de mí- respondo.
- ¿Y qué vas a hacer?
- Matarlos a todos.
- Haces bien. No te preocupes. Yo me encargaré de que a ti no te pase nada. Adelante.
Dejo mi puesto y voy hacia el coche. Abro el maletero y me cuelgo la funda que contiene la escopeta. ¿Lo hago, lo hago? ¿Debo hacerlo? Me pregunto en el corto camino que hay desde el coche hasta la oficina. Sí. Ya te he dicho que no te queda otra posibilidad. Ellos te han llevado a hacer ésto. Se lo tienen merecido. Ya no se reirán de nadie más.
Vuelvo a estar en mi mesa. He sacado la escopeta. La he montado y está cargada lista para disparar. La tengo en el suelo debajo de la mesa donde nadie puede verla. ¿Debo matar a esta gente? Son personas como yo. ¿Y si no se estuvieran riendo de mi? ¿Y si dejo que se rían? De todas formas, tampoco es que me moleste tanto que se rían. Además, me meterán en la cárcel.
- Tienes miedo- dice la voz. Pero no debes tenerlo. Te contestaré a todas tus dudas. No son hombres como tú. Son zombies. No están vivos. Dejaron de estarlo hace mucho tiempo. Tú no los vas a matar, solo vas a hacer que dejen de reírse. Por eso no entrarás en prisión. El Juez comprenderá que al ser zombies no puede condenarte. No se puede condenar por homicidio por disparar a alguien que ya está muerto.
La voz tenía razón. Al próximo que se riera tendría que darle su merecido. Ya lo he decidido. Ni una más, Santo Tomás. Veo que se está acercando un agente hacia mí, es Críspulo Gumersindo Vaz de la Martirica. Un niño de papá que no pudo hacer carrera y al que la familia le abrió una agencia para que estuviera entretenido. No me lo puedo creer, pero con él viene el camarero guarro del remonte del barrilete, el bar donde desayuno. El culpable de mi diarrea. Ese hijo puta me ha hecho cagar de memoria, y ahora va a comer plomo.
- PIIIIIPOOOO, POOOOPIIIII, mira te presento a mi cliente Rafael Jonhatan Matitos de la Tosca. Acaba de firmar una propuesta de multi riesgo del negocio para su bar, y tienes que grabarla ya. Pero ya PIPO. Vamos muévete. PIIIIPOOO- dice mientras se parte de risa.
Yo imperturbable, lo miro fijamente a los ojos. Me da pena. Pero debo disparar contra él y contra el camarero. Son dos malditos zombies. Las carcajadas del resto de agentes se escuchan a un tono demasiado alto como para permitirlo.
- PIPO, ¿que te pasa? ¿Estás bien?- me pregunta el agente.
- Cállate zombie de mierda. Ya no volverás a reirte-. Me agacho lentamente y cojo la escopeta que tengo preparada. Apunto al pecho, pues si apunto a la cabeza y en el momento de disparar se agachan, podría fallar con el retroceso del disparo.
- Booomb. Le he disparado justo en el pecho. Ocho agujeros se ven perfectamente en su blanca camisa ahora teñida de sangre. El camarero está paralizado. Balbucea. Le apunto y me dice -no, por favor. Yo no le he hecho nada.
- Si lo has hecho. Te has reído de mí. Has separado el york con tus sucias uñas de luto. Y me has provocado una diarrea de la gran puta. Y eres un zombie. Por eso ya estás muerto.
- No, jamás volveré a reírme de usted. Se lo juro por Curro Romero.
- Booomb. El camarero ha salido disparado hacia atrás y yace junto al agente de seguros.
- No jures en falso, mamón. Miro por el ventanal y veo a agentes corriendo de un lado a otro y a varios directores mirando atónitos desde abajo. De reprente vuelve a entrarme el apretón. Tengo que ir al servicio porque puedo llenar todo esto de mierda. Cruzo el estrecho pasillo y llego al hall. Allí me encuentro con el Director de la sucursal, D. Felipe, con su engominado pelo.
- Hombre Venancio. El seguro obligatorio de la caza, supongo. Pero hazme caso y recuerda lo que te dije el otro día. Al trabajo hay que venir, duchado, desayunado y cagado.
- Booomb. Tu ya no te duchas más, hijo de una gran puta-. No he podido resistirme. Cuando disparé al agente me sentí mal, pero al tercer disparo ya me reconforta reventar a tiros a estos zombies.
La voz vuelve a hablarme. -¿Lo ves? Ya se están callando. Ya dejan de reírse. Ya no te molestarán más.
Pero ahora lloran. Estoy escuchando lamentos. ¿Por qué gritan así, asustados?
- Dame una explicación. Háblame. ¿No estás? ¿Ya te has ido?
Venancio dejó caer el arma al suelo, bajó las escaleras, salió por la puerta de la sucursal y miró al cielo. Vio un cielo celeste oscuro precioso. Con una luminosidad increíble. Es el cielo que solo puede verse en Andalucía. Un coche de policía frenó en seco delante de él y un policía se bajó desenfundando la pistola, apuntándole y diciéndole: -las manos en la cabeza donde yo pueda verlas.
Venancio volvió a mirar al cielo, comprendió que nunca más volvería a ser libre y contestó al policía: -vale, pero no te rías de mí.

NICOLÁS DOMÍNGUEZ VALENTÍN

martes, octubre 05, 2010

El primero y definitivo en Cumbres

A continuación copio y pego el relato con el que Nico Domínguez ha participado en el III premio de relato corto. Se titula "El primero y definitivo en Cumbres".


07:45.- Oh-Oh-Oh-Oh, Oh-Oh-Oh-Oh. Suena el tono del móvil que tengo puesto para la alarma. En realidad llevaba un tiempo medio despierto, sabiendo que el móvil iba a pitar de un momento a otro, pero con el sueño suficiente para mantenerme completamente despierto. Suena el Oh-Oh-Oh-Oh y me levanto, cojo el móvil y apago la alarma. Qué putada, las 7:45, pero hoy es viernes y nos vamos con el Tuto de finde a las cabañas rurales de Cumbres Mayores. Todo tiene que salir bien, está todo planeado. Llegar a la puerta del Insti, saludar a la gente, posicionarme, coger la pole, subir al bus justo después de que lo haga Nieves, y sentarme a su lado. A partir de entonces tengo 1 hora y media para sacar lo mejor de mi repertorio, y ganar puntos hasta la noche.
Oh-oh-oh-oh, mientras me visto no puedo quitarme la cancioncilla de la sueca de piernas larguísimas. ¿Por qué cuando te levantas con una canción en la cabeza no puedes quitártela de ella? Estoy acelerado, contento, se que lo voy a pasar bien, voy con la gente con la que me divierto y este tiene que ser mi fin de semana. Vaqueros, camiseta de surfero y sudadera DG. Me lavo la cara con agua fría. Cepillo para dejar mis pelos como los del casco de un pretoriano, algo de colonia de mi hermano y "vámonos" que nos vamos.
- Alex, desayuna antes de irte – dice mi madre que ya tiene un cafelito entre sus manos.
- Sí mamá, un colacao y me voy -le digo yo. - No, mi vida, tienes el pan tostándose. Come algo no te vaya a sentar mal el viaje. Échale un poquito de aceite.
-Mamaaaaaá - Le digo yo con tono suplicante. Mi madre dice que es la edad. Y no sé si estará en lo cierto, pero lo cierto es que no me ha preguntado, y me da coraje que acierte con la tostada, pero ¿y si yo hubiera querido otra cosa y no la tostada? - me voy, me la como por el camino. Adiós mami.
- Mucho cuidadito, pásatelo muy bien y no hagas locuras. Llámame, pero llámame de verdad.
-Si, de verdad, anda que llego tarde- le digo.
Salgo de casa camino del Tuto. Todavía es de noche, ya hay muchos coches en la calle y sigo escuchando en la cabeza el Oh-oh-oh-oh.. Camino despacito para llegar justito de tiempo. Nieves vive enfrente del Insti y bajará cinco minutos antes de salir. La cosa marcha.
- Otra excursión más eh Rocío – Dijo Marcos, el profesor de Física que se presentó voluntario para ir a Cumbres, nada más saber que la señorita Rocío, la seño de Historia, iba con su grupo de ESO.
- ¿No vas tú muy elegante para ir al campo? - dijo la seño.
- Cuando uno va al lado de una mujer tan guapa como tú, toda elegancia es poca, Rocío- le soltó el profe con un aire de “aquí estoy yo para lo que haga falta”.
- Si hijo, pero no sé, unos botines, unos vaqueros, no se, algo más apropiado- Le dijo Rocío, que no se había percatado que al profe le daba igual vestir de una manera u otra, y que su respuesta iba dirigida a piropearla, no a defender su ropaje. Marcos no es un físico al uso. Imaginamos a un físico con su calculadora, con su cara de “colgao”, pensando en problemas imposibles. Marcos no. Para él la física se toca, está en la calle, le apasiona, pero a la vez, no comprende la física sin dominar otras materias. Es un tipo cultísimo con el que se puede hablar de arte, literatura, economía, historia, deporte, todo, y eso hace que le caiga mal a la gente. A los envidiosos por supuesto. Rocío tiene razón con lo de la ropa. Va a la excursión como si fuera a clase. Pero él es así. Normal. No es ni alto ni bajo. No es un cachas, pero tampoco es escuálido. Pero su mirada engancha. Tiene cara de listo. Y eso Rocío lo sabe. Y le encanta mirarle y no saber qué está pensando. Rocío quisiera ser como él pero no puede. Ella solo sabe historia. No ha hecho otra cosa. No es la clásica jipi de historia. Pero tiene sus ramalazos. Morena andaluza, tiene una gracia al hablar que es lo que tiene prendado al profe de física. - Rocío, si te parece bien, le digo al chófer que salimos en 5 minutos – dijo Marcos.

8:00.- - Tío, que pasa- Me dice Javi, mi mejor colega.
- Psch. Lo que tú digas tío. Aquí estamos. ¿Se sabe a qué hora salimos? ¿Ya mismo no? - le respondo intentando ocultar el gusanillo que tengo en la barriga.
- Ya, pero ya, los profes están dentro hablando con el chófer. ¿oye, y las cabañas, cómo nos repartimos? ¿Tú y yo vamos juntos, pero faltan dos más, son de cuatro, sabes?- dice Javi inquieto.
- Yo que sé tío, no me agobies, ya veremos- le digo yo. De repente sale el profe del bus y dice: -Nos vamos, todo el mundo para adentro. Entonces busco con la mirada a Nieves, pero no la veo. Siempre está con Pilar y Lourdes, pero no están ninguna. Miro hacia los cristales del bus, y la veo andar hacia la parte de atrás del bus. -Vamos Javi, venga vamos, vamos tío -le digo a Javi mientras lo agarro del brazo y me cuelo por la izquierda a los tres que tenía delante.
- Killo tranquilo, que hay más asientos que alumnos- me dice Javi que ya se huele mi jugada. Avanzo por el pasillo y veo a Nieves sentada sola, sus amigas se han sentado juntas y ella está detrás de ella en el asiento que da al cristal del bus. Uf, cojonudo, qué bien. Voy andando y no quiero mirarla, me quedan tres pasos, y ya estaré allí.
- Nieves, cógeme sitio- escucho decir a Pedro. Ese capullo viene lanzado detrás de mí con su sonrisa de carajote en la cara. Y se va a sentar con Nieves. ¿Qué hago? Si me siento con ella me arriesgo a que me diga que ese sitio es para Pedrito, y me hunde. Si no me dice nada, el imbécil de Pedro me va a decir que ese sitio era suyo y me delataría si le digo que me quiero sentar con Nieves. Sigo adelante y me siento justo detrás de ella, pegado a al ventana. Pedrito se sienta a su lado y con su chulería de niño malcriado le dice -¿qué haces niñatilla? ¿ya no quieres nada conmigo? - Nieves lo mira mitad con desprecio, mitad con indiferencia y lo despacha con un “anda ya”. Pero todo no podía salir mal, podía salir peor. Aún no he encajado el golpe en el primer round cuando veo que a mi lado se ha sentado Felipe, el friki, con su inseparable bolsa de consola última generación. Mi colega Javi se ha sentado con Mari, una repetidora que ha desarrollado antes de tiempo y que está buenísima. Me mira desde su asiento con un entusiasta aire de victoria, mientras Felipe saca su consola del macuto y me dice: - Tengo juegos de dos jugadores. Lo vamos a flipar este finde. Vamos a hacer un master del evolution.
-Evolution te voy a dar yo a ti, Felipe- le digo y miro por el cristal a la calle donde ya solo quedan algunos padres blanditos emocionados con la marcha de su hijo a su primer finde fuera de casa.

10:00.- El viajecito ha sido horrible. Felipe me ha contado catorce trucos imprescindibles para jugar al pro, que seguramente nunca pondré en práctica. El inútil de Pedro ha castigado a Nieves con sus teorías políticas. Le quedan más de dos años para poder votar y el muy cretino se cree que tiene la solución para el problema del paro y el déficit público. Será patético el tío. Así dos horas. Nieves de vez en cuando se volvía miraba hacia la gente que estamos detrás, para luego mirarme a mí, hacer un gesto ladeando su cabeza y arquear sus cejas. Es como si me dijera: “eah, con lo que me gustaría haberme sentado contigo, y mira quién está a mi lado”. O por lo menos eso es lo que me gustaría a mí que pensara. A mitad del camino le dije a Pedro que me cambiara el sitio, que pegado a la ventana vería mejor su consola. En realidad lo hice para ver yo mejor a Nieves. Estuve observándola no sé cuánto tiempo, quizá media hora, pero podría haberlo estado haciendo toda una vida. Es perfecta. Es una belleza fina, delicada, con unos ojos enormes y una sonrisa estupenda.
De repente suena en la radio la canción esa con la que me despierto todos los días. Oh, oh, oh,oh. Sin saber por qué, le dije a Felipe que esa era la melodía del móvil para la alarma, y como un resorte, Nieves se levantó y me dijo: -¿Ah sí? Pues me la tienes que pasar, que me encanta.- Cuando iba a sacar el móvil para pasársela por bluetooth, el profe Marcos nos miró y dijo: -Eso será luego. Todo el mundo abajo que hemos llegado.

Rocío fue sentarse al lado de Marcos, descansar su cabeza sobre el hombro de éste, y caer dormida al instante. No era lo que tenía pensado Marcos, pero podía ser la vez que más cerca había tenido el cuerpo de Rocío. Se sentía a gusto. Si inclinaba su cabeza un poco, podía oler su rizado pelo. Y qué bien olía. En un bache, Rocío se incorporó asustada y medio dormida. Entonces Marcos se giró, y como quien acuna a un bebé que se despierta en mitad de la noche, cogió su cara, la acarició y la puso de nuevo sobre su hombro con un dulce “anda a dormir, que ha sido un bache”. Marcos retiró entonces su mano, pero Rocío, en la bondad de quien duerme y sueña, volvió a cogérsela y la apretó contra sí, mientras susurró “que mano más fuerte tienes, Marc”.

11:00.- El profe va a repartir las llaves de las cabañas. Son pequeñas, de cuatro y cinco personas, repartidos en dos literas y una simple. Fulano, elije compañeros de habitación, - mengano, pintano, zutano y butano. Vale a la número 1. Ni siquiera escucho los nombres de los que son llamados. Yo estoy a lo mío, pero tengo la sensación de que la cosa va a ir mal. Yo tenía previsto en el viaje hablar con Nieves de las cabañas, de compartir una en la que estuviéramos ella, sus amigas, Javi y yo. Pero me temo lo peor. Las cabañas se van asignando. De repente el profe le dice a Nieves: -Joven, cuatro nombres para tu cabaña. - Nieves abre la boca, nombra a Pili y a Lourdes, y como no, aparece Pedro empujando y cortando a Nieves, le dice -niñatilla, yo y otro más, mejor Mari, je, je, je.- Nieves lo mira, ahora sí con asco, y continúa diciéndole al profe, - Alejandro y quién el diga. El profe me mira y me dice: -Javi, supongo, ¿no?
- Sí, si, Javi -respondo yo. Pero si me llega a preguntar que si yo maté a Manolete, también le digo que sí. Sigo a Nieves que ha cogido la llave y me ha llamado con un -vamos Alex- que me ha parecido la vez que más dulcemente han pronunciado mi nombre. Pero antes me giro, miro a Pedro, que tiene cara de póker, y le lanzo una sonrisa fácil de interpretar. Le estoy diciendo: “¿Ahora qué?”. A él no le sienta bien y me dice: -eh, adiós. Y yo le respondo- Adió, blancafló- que provoca la risa de los pocos que quedan allí. Camino de la cabaña, Javi me dice, - eh tío, me tienes que explicar unas cosillas. Yo le respondo: – no. Sabes que no te tengo que explicar nada. Está todo clarísimo.

- ¿Tu no roncarás, Marquitos? - dijo Rocío al entrar en la cabaña.
- Yo no, ¿y tú? - respondió el físico.
- ¿Pero cómo te atreves? Oye, qué acogedora es la cabaña, ¿no?, pero qué fría – dijo Rocío. La cabaña tiene dos habitaciones, una con dos camas individuales , separadas con una mesita de noche de madera estilo rústico, como no. Al fondo un pequeño cuarto de baño común, con váter, ducha y lavabo del que sale al gua más fría del mundo. Un gran ventanal ilumina toda la estancia, y una araña de cuerpo pequeño y largas patas se pasea por un calentador que al parecer no funciona. Las otras cabañas, la de cinco personas tienen una habitación para dos y otra de tres personas..
-Bueno, vayámonos para la fábrica de embutidos, y ya desharemos las maletas- dijo Rocío.

15:00.- El día está siendo estupendo. Tras dejar las mochilas en las cabañas, nos dirigimos a la fábrica de embutidos y jamones Hermanos Cárdeno, donde nos enseñaron el proceso de elaboración del jamón ibérico y nos ofrecieron una degustación de sus mejores productos. Para la comida teníamos reservado el Casino del pueblo. Cumbres es un pueblo de sierra andaluza, de paredes de cal blanca y de viejos con vaso de aguardiente en las tabernas. Tiene sus cuestas, su castillo, sus fuentes, sus plazas, y un viento helado del norte que junto a su altitud de 700 metros, le hace ideal para la cura del jamón, ya que con ese viento, en verano abren las ventanas de los secadores de jamón por las noches y las cierran durante el día, propiciando el clima de temperatura baja y humedad alta imprescindible para los pata negra. En la comida no coincidí con Nieves, pero tampoco hay que ser “jartible” Estuvimos sentados los magníficos, osea Javi, Marcos, Segura, Topete y yo. Segura y Topete son los clásicos a los que se les conoce por el apellido y no por el nombre, y que te los encuentras dentro de 20 años y le dices: “coño, Topete, cuánto tiempo”, pero tienes que preguntarle cómo se llamaba. Son dos personajes. Dos tíos graciosísimos, que jamás han dicho más de tres palabras seguidas en serio.

- ¿Has visto lo diferente que son todos los niños que tenemos en clase? - Dice Rocío. - Todos de su padre y de su madre, todos con sus problemas en casa. Mira aquella mesa. Alejandro, que buen niño, qué estudioso y qué formal. Y no le quita ojo a Nieves, se habrá dado cuenta que la mocita bebe los vientos por él. Y el otro siempre a su lado, Javi, que parece estar orgulloso de que su amigo siempre lo sepa todo. Y junto a ellos dos, Segura y Topete, a los que les falta un hervor. Y en aquella otra mesa el prenda de Pedrito con sus subordinados. Veremos a ver si el Pedrito no nos da el viaje. Y en aquella otra la niñas, que están más espabiladas que los niños.
- Ya espabilarán Rocío. Déjalos que disfruten de su irresponsabilidad, de su inocencia. De aquí a nada serán verdaderos tarugos que solo piensen en acostarse con todo aquello que lleve tanga.
-Ah, que tú no piensas en eso- dio Rocío en tono burlón.

18.30.- Estamos en un lugar al que no se como calificar. Es el clásico sitio de pueblo que sirve para todo. Es un pub, una cafetería, una discoteca, lo es todo. Hay un televisor en cada lado. En uno los lugareños ven un partido del Barcelona. Están enfervorizados. Posiblemente nunca hayan pisado el Camp Nou, pero son más del BarÇa que el mercado de la boquería. En el otro televisor está puesta la MTV y poca gente le hace caso a los videos musicales. En unas mesas unas señoras mayores meriendan churros con sus nietos. ¡otro platito de churros para los niños!, vocifera una, churros que se los va a comer ella y la amiga, porque el niño no quiere más churros. Otros viejos en la barra beben anís y se lamentan de lo que era el pueblo y lo que es ahora.
Nosotros nos hemos hechos fuertes en las mesas altas cerca del televisor que no da el fútbol. Pedro y dos más se están metiendo con los catalanes en el otro televisor. Intentan provocar a esa pobre gente que solo quiere ver un partido de fútbol. Los abuelos miran a Pedro como quien ve a un pobre animal que no va a ser nada en su vida.
Es hora de acercarme a Nieves. Empezaremos con técnicas de seducción infantiles, que son las que más posibilidad de éxito tienen. Se están tomando un refresquito y les voy a ofrecer chuches.
- Gomiiitas. Yo quieeeero. -Dicen las tres a la vez. -Oye, me vas a tener que enseñar todo lo que llevas en los bolsillos de esa sudadera, me dice Nieves.
-¿Te gustan? Coge las que quieras – le digo. De repente suena en la MTV el Oh, oh, oh, oh, la canción que le gusta a Nieves cantada por esa sueca de pelo y piernas larguísimas..
- Ah, la canción, pásame el tono o el politono, anda, - dice Nieves. -Vale, enciende el bluetooth- le respondo. - Oye qué tarda. Espera, -me dice ella-, pongamos los teléfonos juntitos. Pi, Pi, Pi, pi, pi. Archivo enviado. -Eah, ya está. Oye, que no has hablado conmigo todo el día, cuéntame algo, - me dice mientras con su mano me agarra el antebrazo. Me está agarrando el antebrazo, y eso puede significar dos cosas, o que quiere que yo de un paso adelante y le agarre la cintura, o le de un beso directamente, o puede no significar nada, solo una forma de expresarse. Bueno pues lo dejaremos en tablas, y haré lo mismo que ella, le cogeré su mismo brazo.
-Pues nada, que me alegro mucho de que compartamos cabaña. Lo vamos a pasar muy bien, seguro- le digo. Ella suelta mi brazo, y yo sin saber por qué, sin haberlo pensado, yo que todo lo pienso antes de hacer nada, suelto el suyo y le acaricio la mejilla con mi mano. Nieves abrió más esos enormes ojos que tiene, sorprendida y fue a darse media vuelta, pero volvió a girarse, me pellizcó la mano y se giró hacia sus amigas a pasarles el politono que yo le había enviado.

- Marcos, no quiero ser cotilla, pero ¿Cómo que no tienes pareja?- me dice Rocío. Esa expresión le hacía gracia a Marcos, había gente que decía no querer ser cotilla pero que sin embargo lo era y actuaba como tal con la cara dura de decir que no quería serlo.
- Pues ya ves. Eso se tiene o no se tiene. Tampoco es que me cause un trauma. Vivo mi vida, me lo paso bien. Salgo con mis amigos, lo típico.
-Y no tienes ganas de independizarte, de tener tu piso, de no dar cuenta a nadie, de hacer lo que quieras-dijo Rocío. -Ya lo hago – le dije yo.
-Pero debe haber alguien en tu corazón, ¿no?
-Rocío sonrió, y Marcos, que tiene ese sexto sentido de leer el pensamiento de las personas cuando hablan con él, de saber a qué se refieren cuando le hablan con indirectas, Marcos, supo que Rocío, lo que quería saber es si él sentía algo por ella. Marcos, al que le gustaba ese juego, decidió pagarle con su misma moneda.
-Sí, hay alguien, pero no se si decírselo, porque no me gusta mezclar los sentimientos con el trabajo-. No hizo falta decir más, Rocío levantó su copa y brindó mirando a los ojos a Marcos. -Porque se lo digas pronto a esa que te gusta, guapetón – dijo dando un sorbito a su copa y mirando con cara de de pícara al profe de física.

23:00.- Hemos cenado una comida riquísima. Ensalada, sopa de picadillo y unos filetitos con patatas. A mí me hubiese bastado con la sopita, pero estaba todo tan bueno que se ha pasado rápido la hora de la cena. Después pasamos a un gran salón con chimenea y dos o tres sofás. Hubo guitarreo y cantos regionales. Cantó la seño Rocío, que tiene una voz muy bonita, pero parecía que cantaba solo para el profe Marcos. Se metía en la letra de una sevillana que hablaba de buscar unos sentimientos que se habían ido. Los profes no se han dado cuenta, pero Pedro tiene una borrachera de mil pares de demonios. Estuvo bebiendo alcohol en el pub y durante la cena sacó una petaca de cuero. Tiene los ojos enrojecidos y pequeños como dos puñaladas en un cartón. Se nota la violencia en su rostro. Esperemos que no nos agüe la fiesta.

2:30.- - Todo el mundo a sus cabañas- , dice el profe Marcos. Vamos saliendo en grupitos cuando se me acerca Nieves, coge mi mano y me susurra al oído: -qué bien me lo paso contigo, Alex-. Ahora sí, ahora es el momento, respiro hondo, aprieto su mano cuando ella iba a soltar la mía, y atrayéndola hacia mí le doy un besito en la mejilla. Uno chiquitito, a ver cómo reacciona. Ella no me mira, como si no hubiera pasado nada, como si se lo hubiera dado su hermano chico, pero su mano es ahora la que aprieta fuertemente la mía mientras nos vamos a la cabaña.
-Vamos a la cabaña de Segura y Topete, que allí nos partimos de risa con esos colgaos – dicen Pili y Lourdes cuando quedaban 10 metros para llegar a nuestra choza.
- No. nosotros estamos cansados y nos damos de baja ya, -se apresuró a decir Nieves en el momento en el que yo abría la boca para decir un “vale, pues vamos para allá”. Menos mal.
-Venga, pues nos vemos luego, -dijo Pili-. -Y cuidadito con lo que hacemos, eh pareja...
El corazón me late a mil por hora, vamos a entrar en la cabaña y de repente aparece Pedro, con su cara de pitbull baboso y nos dice un -chssst, chssst, eh niñatilla, ¿a dónde crees que vas?.
Espero que Nieves le conteste y lo deje en su sitio, porque si las intenciones tuvieran cara, yo tengo cara ahora mismo de pegarle dos sopapos a Pedrito y dejarlo en el suelo para el resto de la noche.
-Anda y vete a la mierda- dice Nieves.- Entonces Pedro se enciende aún más, y envalentonándose se acerca a Nieves e intentando coger su mano y le dice- Niñata, tú te vienes conmigo.
-En ese momento soy yo el que se pone en medio, y empujándole con las dos manos en el pecho le digo – Jamás en tu vida vuelvas a tocar otra vez a Nieves, ni a llamarla niñata, ni a mirarla de forma que a ella no le guste, porque entonces, Pedro, entonces seré yo el que busque a tí. Hasta el yogur te va a parecer duro de la que te pienso dar.
Pedro, se calla, agacha la cabeza. Si las intenciones tuvieran cara, la de Pedro es la de de tener la certeza de que el que tiene delante lo va a destrozar. Pedro da un paso atrás y se marcha cabizbajo con un -bueno, bueno, que no era para tanto.
-Ay que ver como te has puesto, Alex, no sabía que me pudieras defender así -dijo Nieves mientras entramos en la cabaña. Una vez dentro no dijimos nada. Ella entró en el baño y yo me quedé en la puerta esperando a que ella saliera. Nieves tardó cinco minutos en salir, lo hizo con un camisón cortito, estaba aún más guapa que antes. Cerró la puerta y no me dejó entrar. Me abrazó primero y me besó después. En los labios, muy despacito. Me parecieron los labios más carnosos y tiernos del mundo, como un tocino de cielo. La besada y apretaba junto a mi cuerpo mientras pensaba que nunca debería olvidar esos labios que me estaban besando. El beso parecía que iba a ser eterno, pero de repente se paró, me miró a los ojos y me dijo: - Quiéreme Alex, quiéreme mucho.

En todas las cabañas se oían risas. En todas menos en una. Los profes entraron en la suya, y Rocío le dijo a Marcos: -¿Un gin tonic?
-No -respondió el profe muy secamente. - Ya está bien de beber. Ahora quiero abrazarte. Llevo queriendo hacerlo todo el día y no he podido. En realidad llevo queriendo hacerlo desde hace meses. Quiero abrazarte hoy y todos los días. Y sentirte cerca, y tener tu perfume en mi olfato el resto de mi vida. Rocío miró a los ojos del físico, lo besó y le dijo: -quiéreme, Marcos, quiéreme siempre.
Y el profe y la seño compartieron cama y tras hacer lo que todo el mundo se imagina, se durmieron pegaditos, sin separarse en toda la noche, como los koalas se abrazan a los árboles.

El viaje a Cumbres será recordado siempre por dos parejas. Una de ellas formó allí su primer amor. La otra, el definitivo.