martes, mayo 08, 2012

Frédéric Omar Kanouté


Frederic Kanoute.

El más grande jugador del Sevilla de la era moderna. Frederic Kanouté. Llegó en silencio. Lo tildaron de delantero viejo y sin gol. Se marcha como el jugador foráneo que más partidos y más goles ha jugado y marcado con nuestra camiseta. Pateaban un balón para quitárselo de en medio y Kanouté lo buscaba, saltaba, lo acomodaba con el pecho, lo ponía en la hierba y abría juego a la banda con una facilidad pasmosa. Fue siempre al choque. No rehusó el enfrentamiento con nadie. Se anticipó a los defensas, los ganó en velocidad, nadie pudo con él en el salto. Marcó los goles más importantes de la historia del Sevilla. En Eindhoven, en Mónaco, en Glasgow, en Madrid. Siempre estuvo ahi el gigante malí. Pueso en pie White Hart Lane en cinco minutos. Dejó boquiabierto el Bernabéu (3-5 en una final de la supercopa de España), fue respetado en todos los campos en los que jugó. Nadie habló mal de Kanouté. Nunca se le vio protestar. Nunca se le vio en discotecas a altas horas de la madrugada. Cuando marcaba, una mirada al cielo y las manos señalando a su Dios. Fue elegido mejor jugador de África. Siendo delantero centro de la selección francesa sub-21 (por delante de Henry), dejó a su país natal para jugar con la selección de sus raíces. Un viaje a Mali en su infancia forjó la personalidad del gigante que años después construiría la ciudad de los niños de Bamako, hogar para los niños abandonados por sus padres. Se podría escribir durante horas de Kanouté.

Un caballero en el fútbol. Un señor fuera de él. Frederic Kanouté. Grande entre los grandes. Espejo en el que mirarse los jóvenes. Un honor poder decir que yo ví jugar a Kanouté en el Sevilla.

Un salmo del Corán que se repite constantemente dice que “Solo hay un único Dios. Alá, el misericordioso, el omnipotente”. Lo mismo pdría decirse de Kanouté, el misericordioso, el que todo lo pudo. Os dejo un vídeo de Jesús Creations.

martes, mayo 01, 2012

El primer nazareno de la Semana Santa




          Su nombre es Carlos Domínguez. Tiene cinco años. Con su mano izquierda varita de plata. Con su derecha se asa al cíngulo de su padre, que porta la Cruz de Guía de la Hermandad de San Roque. Ha sido su primera estación de penitencia. Disfrutó tanto que no es posible narrarlo con palabras. Su padre no disfrutó menos. Ambos marcaron el rumbo de sus hermanos el Domingo de Ramos. Llegaron a Campana y Carlitos fue el objetivo de todos los fotógrafos. El nazarenito de San Roque que no soltaba el cíngulo de su padre abría la Semana Santa.

          Ese cíngulo albimorado es una metáfora del amor paterno-filial. Siempre estará ese cíngulo para que Carlos siga el camino de su padre, sea Domingo de Ramos o no. Siempre lo encontrará su mano para agarrarse, para que no se pierda. Algunas cruces nos pone Dios en nuestra vida, y encontrar el cíngulo donde agarrarte hace más fácil la penitencia. Carlitos, dentro de algunos años, podrá portar la Cruz de Guía de su Hermandad. Si estoy allí para verlo, no dejaré de recordar la Semana Santa de 2012, en la que el "Nazarenito de San Roque", al que solo le faltó pedir la venia, no se separó del cíngulo de su padre en ningún momento.