sábado, septiembre 29, 2007

Mi escudo.




Mi padre me llevó por primera vez al fútbol cuando yo tenía 7 años. Jugaba el Sevilla un partido de UEFA ante el PAOK de Salónica el 3/11/1982. Ganamos 4-0, jugaban Magdaleno, Buyo, Francisco, Pintinho… y no ví ni un gol, pero esa es otra historia. Mucho antes de eso, con 2 añitos, mi madre, solía llevarme al Estadio por las mañanas para que pisara el césped y diera unas carrerillas. Vivíamo sen el barrio de Nervión y cuando el Sevilla marcaba, temblaban los cristales de mi casa. Yo sonreía.

No se donde tengo el carnet de socio de la temporada 90-91. He perdido otros. Entonces los chavales íbamos en pandilla al Pizjuán. Los carnets juveniles costaban muy baratos y las gradas de gol eran de cemento, salvo el “voladizo”. Eran tiempos de magníficos defensas. Qué pareja de centrales Diego y Martagón (le metió un gol al Betis en heliópolis un 30 de septiembre que todavía hay algunos preguntándose como pudo entrar el balçon por la escuadra). ¿Y Jiménez y Rafa Paz por las bandas? Incansables. Era la época de un media punta llamado Ramón que lo dio todo por su escudo, y de un helicóptero chileno llamado Zamorano que se suspendía en el aire hasta rematar de cabeza. ¿Y Antón Polster?, el gigante austríaco que protegía el balón con los codos de forma que nadie se le acercaba. Y qué buen portero Unzué. Qué serio, qué disciplinado. Un ejemplo. Como de ejemplo eran las faltas que lanzaba Bengoechea. Se fue porque se decía que estaba en las últimas, y ha estado jugando hasta hace poco.

La temporada siguiente vino un croata de Osijek, Davor Súker, que se convirtió en un Dios en esta ciudad, y en la 92-93 vino un Dios venido a menos, el mejor jugador de todos los tiempos, Maradona, junto a otro argentino que se ganó a pulso a la afición por su entrega y coraje, Diego Simeone.

El carnet de socio más antiguo de los que aparecen en la foto es de la temporada 93-94. Ya mandaba Marcos en el centro del campo, y el equipo estaba bien entrenado por Aragonés, que por aquel entonces no chocheaba como chochea ahora. Recuerdo un 2-4 al At. De Madrid en el Calderón con un gol de Súker de pañuelos. Eran temporadas sin derbys porque el 2º equipo de la ciudad estaba en la segunda división. Perdimos la clasificación para la UEFA en la última jornada de liga, ante el dream team de Johan Cruyff.

Después se fue Zamorano. Se decía que se vendía ahora para no vender nunca más. Pero se seguía vendiendo porque al siguiente lo pasamos mal para salvar la categoría. Guardo una portada del ABC que decía sobre la última jornada “Súker volvió, marcó tres goles y se marchó para siempre”. Y se fue Súker, y con él, el Sevilla a 2ª. No quiero recordar a Colusso, ni a Mornar, ni a Aranalde. Fueron dos años en segunda. Subimos y volvimos a bajar hasta que Caparrós cogió un equipo de gladiadores y lo llevó hasta donde pudo, hasta que el equipo le vino grande y le sustituyó el mejor entrenador de toda la historia del Sevilla: Juande Ramos.

Hoy, en Champions League, y con varios títulos europeos en las vitrinas, han cambiado las gradas del Estadio, hay un mosaico nuevo, los carnets ya no se pican, y los abonos son carísimos. Pero el escudo sigue siendo el mismo que mi primer carnet de 1990, el mismo escudo que llevaba en el pecho Pintinho cuando le marcó al Paok de Salónica en el primer partido que fui. El mismo escudo que aprendí a dibujar cuando era chico y mi madre me llevaba a que pisase el césped de mi estadio. El escudo de once barras, seis blancas y cinco rojas, el escudo de los tres Santos y las tres letras. El escudo de mi Sevilla Fútbol Club.

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