martes, agosto 21, 2007

Supercopa de España 2007.
















I.- Antecedentes. Madrid. 19 de Agosto de 2007. Final de la Supercopa de España. Estadio Santiago Bernabéu. El Real Madrid, el más afamado equipo de los pueblos de Córdoba, de Badajoz, de Jaén, etc, recibe al Sevilla F.C., el club de Nervión. Se recibe al mejor equipo del mundo 2006, al supercampeón de Europa, al bicampeón de la UEFA CUP. El equipo de la capital del Reino, tiene que remontar un 1-0 logrado por los sevillistas en el partido de ida.





II.- Presagios. Comida en Trujillo. Plaza con estatua ecuestre de Pizarro blandiendo espada. Quemó sus naves al desembarcar en América. “Cumpliremos nuestro objetivo o moriremos”, les dijo a sus hombres. Y lo hizo. El Sevilla va a Madrid y su técnico ha dicho que no se encerrarán. Jugarán al ataque, es el único juego que saben hacer. Golearán, o perderán la Supercopa.

En la mañana del día del partido, otro presagio: caballería pesada española en la sala de Armería del Palacio Real. Tiembla la tierra a su paso. Juegan Martí y Poulsen en el centro del campo. Nadie pasa por allí. Es la caballería pesada del equipo de la casta y el coraje.

III.- Juramentos. Noche mágica en Madrid. La noche anterior también lo fue. Hubo más magia si cabe en las vísperas. No se puede estar en mejor compañía. Recuerdos de Glasgow en el paladar. Copas gratis. Viejo sí, y trolo también. ¿Dónde hay que firmar para que ciertas cosas nunca cambien? Dos juramentos. Relacionados los dos. Yo estaré contigo y tú serás sevilista. Amén.

Estadio Bernabéu. El Sevilla salió al campo con caballería pesada, le metió 5 chícharos a los galácticos y se marchó con la Supercopa de España. Caras tristes camino de Extremadura y de la Andalucía profunda. La sonrisa de siempre en los de Nervión. La sonrisa de Eindhoven, la de Mónaco, la de Glasgow, la de Madrid, la de la Macarena. La sonrisa con la que soñaron generaciones de sevillistas durante décadas, la que se hizo eterna aquel mes de mayo en Eindhoven. El socio 41.308, nacido el 18-N de 2006 cuando su equipo era líder de la liga, sonríe también. Se acuerda de su padre. Nació siendo supercampeón de Europa. No ha cumplido un año y ha visto levantar 3 copas más. Sólo siendo sevillista se puede presumir de eso. Ni siendo del Milán, ni del Madrid, ni del Chelsea, ni del Manchester United, ni del Barcelona. Sevilla F.C. Sólo Sevilla F.C. Es la diferencia de ser grande y ser el más grande.

IV.- La evangelización. El que para mí ha sido el mejor slogan de las campañas de abonados, ha sido “¿se puede ser de otro equipo?” No. No se puede. El caso de Madrid es para estudiarlo. Simpatizante del equipo de la carretera de Cádiz a la derecha, antes de llegar a Bellavista. Va al Bernabéu, al partido de vuelta de la Supercopa de España. Viste la camiseta de la Champions. Blanco nieve con la cruz de San Jorge en Carmesí y el escudo de las once barras, cinco rojas y seis blancas, bordado en oro en el pecho. Siente algo en su corazón al ocupar su asiento. Mira arriba a su izquierda y ve a los biris. No se sabe sus canciones, pero un sentimiento de emoción le embarga. Mira a su derecha y aprieta la mano de quien está a su lado. Noventa minutos después, dejándose la garganta, grita “Vamos mi Sevilla, vamos campeón”. Ya no le late su corazón, le late el escudo. Ahora comprende que el mayor título no es la liga, ni la Copa, ni la UEFA, ni las Supercopas. El mayor título, es ser sevillista. Lo será hasta la muerte.

V.- Prueba. Una vez más, os dejo prueba documental de todo. Incluidos los vídeos del penalti de Kanouté (1-3) y del final del partido, en el que un Bernabéu vacío, humillado y abochornado, sufría los olés sevillistas, al compás de los pases de sus jugadores, que toreaban al Madrid con un fútbol de filigrana, de sabor de las yemas de San Leandro en el paladar, de tacto de terciopelo bordado en oro. Un fútbol que ahora se ha dado en llamar el tiki-taka, pero que se inventó en Nervión hace mucho, y que lleva por nombre, “la Escuela Sevillana”.





Para ver los vídeos, aquí tenéis los enlaces:










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